9/23/2007

L a s h o j a s s e c a s.- G.A.Bécquer

Retomando el tema del otoño...ya llegó, hoy domingo 23 de septiembre llegó..y no lo hizo callado, no vino sin avisiar como un ladron...no, lo hizo con entrada triunfal: truenos, relampagos, lluvia....
Despues de las activiades del verano, son sol, playa, pocas horas de estar en casa....llega lo contrario y claro...eso nos afecta, por lo menos a mi!
Dicen que.." el Otoño nos trae la luz Blanca del Oeste y nos invita a caminar de retorno hacia dentro, preparándonos para la etapa más interna del ciclo anual, el Yin del invierno.. El elemento Metal (con el qué se relaciona el Otoño) nos habla de Eliminación, de Limpieza, de comenzar un ciclo de renovación y equilibrio entre lo que hemos absorbido y lo que debemos eliminar; entre lo superficial y lo profundo o interno. Así, nosotros debemos, como este ciclo natural nos indica sabiamente, tomar lo que la vida nos ha traído, aceptar sus enseñanzas y deshacernos de lo superfluo. "
Habrá que aceptar que tambien el Otoño tiene su encanto, habrá que buscar lo bello de los colores amarillentos, ocres, de las hojas que se caen secas, en los vientos que soplan con mas fuerza, en la lluvia.. y disfrutar de los regalos que el otoño nos ofrece y que tanto gustan: nueces, castañas, almendras, setas...
En fin... lei esta narración de G.A.Becquer y la comparto con quienes quieran disfrutar de ella.


Las h o j a s s e c a s

El sol se había puesto. Las nubes, que cruzaban hechas jirones sobre mi cabeza, iban a amontonarse unas sobre otras en el horizonte lejano. El viento frío de las tardes de otoño arremolinaba las hojas secas a mis pies.
Yo estaba sentado al borde de un camino por donde siempre vuelven menos de los que van.
No sé en qué pensaba, si en efecto pensaba entonces en alguna cosa. Mi alma temblaba a punto de lanzarse al espacio, como el pájaro tiembla y agita ligeramente las alas antes de levantar el vuelo.
Hay momentos en que, merced a una serie de abstracciones, el espíritu se sustrae a cuanto le rodea y, repleglándose en sí mismo, analiza y comprende todos los misteriosos fenómenos de la vida interna del hombre.
Hay otros en que se desliga de la carne, pierde su personalidad y se confunde con los elementos de la naturaleza, se relaciona con su modo de ser y traduce su incomprensible lenguaje.
Yo me hallaba en uno de esos últimos momentos, cuando sólo y en medio de la escueta llanura oí hablar cerca de mí.
Eran dos hojas secas las que hablaban y éste, poco más o menos, su extraño diálogo:
-¿De dónde vienes, hermana?
-Vengo de rodar con el torbellino, envuelta en la nube de polvo y de las hojas secas, nuestras compañeras, a lo largo de la interminable llanura. ¿Y tú?
-Yo he seguido algún tiempo la corriente del río hasta que el vendaval me arrancó de entre el légamo y los juncos de la orilla.
-¿Y adónde vas?
-No lo sé. ¿Lo sabe acaso el viento que me empuja?
-¡Ay! ¿Quién diría que habíamos de acabar amarillas y secas, arrastrándonos por la tierra, nosotras, que vivimos vestidas de color y de luz, meciéndonos en el aire?
-¿Te acuerdas de los hermosos días en que brotamos, de aquella apacible mañana en que, roto el hinchado botón que nos servía de cuna, nos desplegamos, al templado beso del sol, como un abanico de esmeraldas?
-¡Oh! ¡Qué dulce era sentirse balanceada por la brisa a aquella altura, bebiendo por todos los poros al aire y la luz!
-¡Oh! ¡Qué hermoso era ver correr el agua del río que lamía las retorcidas raíces del añoso tronco que nos sustentaba, aquel agua limpia y transparente que copiaba como un espejo el azul del cielo, de modo que creíamos vivir suspendidas entre dos abismos azules
-¡Con qué placer nos asomábamos por cima de las verdes frondas para vernos retratadas en la temblorosa corriente!
-¡Cómo cantábamos juntas imitando el rumor de la brisa y siguiendo el ritmo de las ondas!
-Los insectos, brillantes, revoloteaban, desplegando sus alas de gasa, a nuestro alrededor.
-Y las mariposas blancas y las libélulas azules que giran por el aire en extraños círculos, se paraban un momento en nuestros dentellados bordes a contarse los secretos de ese misterioso amor que dura un instante y les consume la vida.
-Cada cual de nosotras era una nota en el concierto de los bosques.
-Cada cual de nosotras era un tono en la armonía de su color.
-En las noches de luna, cuando su plateada luz resbalaba sobre la cima de los montes, ¿te acuerdas cómo charlábamos en vez baja entre las diáfanas sombras?
-Y referíamos con un blando susurro las historias de los silfos que se columpian en los hilos de oro que cuelgan las arañas entre los árboles.
- Hasta que suspendíamos nuestra monótona charla para oír embebecidas las quejas del ruiseñor, que había escogido nuestro tronco por escabel.
-Y eran tan tristes y tan suaves sus lamentos, que, aunque llenas de gozo al oírle, nos amanecía llorando.
-¡Oh! ¡Qué dulces eran aquellas lágrimas que nos prestaba el rocío de la noche y que resplandecían con todos los colores del iris a la primera luz de la aurora!
-Después vino la alegre banda de jilgueros a llenar de vida y de ruidos el bosque con la alborotada y confusa algarabía de sus cantos.
-Y una enamorada pareja colgó junto a nosotros su redondo nido de aristas y de plumas.
-Nosotras servíamos de abrigo a los pequeñuelos contra las molestas gotas de la lluvia en las tempestades de verano
-Nosotras les servíamos de dosel y los defendíamos de los importunos rayos del sol.
-Nuestra vida pasaba, como un sueño de oro, del que no sospechábamos que se podría despertar.
-Una hermosa tarde en que todo parecía sonreír a nuestro alrededor, en que el sol poniente encendía el ocaso y arrebolaba las nubes, y de la tierra ligeramente húmeda se levantaban efluvios de vida y perfumes de flores, dos amantes se detuvieron a la orilla del agua y al pie del tronco que nos sostenía.
-¡Nunca se borrará ese recuerdo de mi memoria! Ella era joven, casi; una niña, hermosa y pálida. Él le decía con ternura: «¿Por qué lloras?». «Perdona este involuntario sentimiento de egoísmo -le respondió ella, enjugándose una lágrima-. Lloro por mí. Lloro la vida que me huye. Cuando el cielo se corona de rayos de luz, y la tierra se viste de verdura y de flores, y el viento trae perfumes y cantos de pájaros y armonías distantes, y se ama y se siente una amada, ¡la vida es buena!» «¿Y por qué no has de vivir?», insistió él, estrechándole las manos conmovido. «Porque es imposible. Cuando caigan secas esas hojas que murmuran armoniosas sobre nuestras cabezas, yo moriré también y el viento llevará algún día su polvo y el mío, ¿quién sabe adónde?» Yo lo oí y tú lo oíste, y nos estremecimos y callamos. ¡Debíamos secarnos! ¡Debíamos morir y girar arrastradas por los remolinos del viento! Mudas y llenas de terror permanecíamos aún cuando llegó la noche. ¡Oh! ¡Qué noche tan horrible!
-Por la primera vez faltó a su cita el enamorado ruiseñor que la encantaba con sus quejas.
-A poco volaron los pájaros y con ellos sus pequeñuelos, ya vestidos de plumas. Y quedó el nido solo, columpiándose lentamente y triste como la cuna vacía de un niño muerto.
-Y huyeron las mariposas blancas y las libélulas azules, dejando su lugar a los insectos oscuros que venían a roer nuestras fibras y a depositar en nuestro seno sus asquerosas larvas.
-¡Oh! ¡Y cómo nos estremecíamos encogidas al helado contacto de las escarchas de la noche!
-Perdimos el color y la frescura.
-Perdimos la suavidad y la forma y lo que antes, al tocarnos, era como un rumor de besos, como murmullo de palabras de enamorados, luego se convirtió en áspero ruido, seco, desagradable y triste.
-¡Y al fin volamos desprendidas!
-Hollada bajo el pie del indiferente pasajero, sin cesar arrastrada de un punto a otro entre el polvo y el fango, me he juzgado dichosa cuando podía reposar un instante en el profundo surco de un camino.
-Yo he dado vueltas sin cesar, arrastrada por la turbia corriente, y en mi larga peregrinación vi solo, enlutado y sombrío, contemplando con un mirada distraída las aguas que pasaban y las hojas secas que marcaban su movimiento, a uno de los dos amantes cuyas palabras nos hicieron presentir la muerte.
-¡Ella también se desprendió de la vida y acaso dormirá en una fosa reciente, sobre la que yo me detuve un momento!
-¡Ay! Ella duerme y reposa, al fin; pero nosotras, ¿cuándo acabaremos este largo viaje...?
-¡Nunca...! Ya el viento que nos dejó reposar un punto vuelve a soplar, y ya me siento estremecida para levantarme de la tierra y seguir con él. ¡Adiós, hermana!
-Adiós!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos autores retoman el tema de otoño. Será porque queremos vencer ese frío, ese estar dentro a pesar de los paseos, las horas de luz robadas como bien expresas.
Ahí te mando un enlace de una poesía que cada otoño tambien releo, como tú con Becquer me anima... hasta cierto punto.
http://amediavoz.com/keats.htm#ODA%20AL%20OTOÑO
Espero que la disfrutes.
Besos, bella!

Anónimo dijo...

BECQUER?..
SIEMPRE ES UN AGRADO LEER LINEAS ASÍ
REGRESARÉ CON CALMA.
SÓLO ECHÉ UN VISTAZO..CON LA INTENCIÓN DE SALUDARTE..AMIGA
MIS TIEMPOS ME HAN SIDO ESCASOS ESTA ÚLTIMA SEMANA..
UN ABRAZO GRANDE TE DEJO..
RECIBÍ TU MAIL..MIL GRACIAS..
SÓLO HE ESTADO AUSENTES ENTRE LOS AUSENTES..
YA CONVERSAMOS..
PERO COMO DEBE SER..¡CON CALMA!
POR ELLO NO TE COMENTO NADA AHORA
SÓLO UN GRAN ABRAZO PARA UNA GRAN AMIGA
DESDE UNA PRIMAVERAL MONTAÑA
RENÉ

Porque tu me amaste

La letra de esta canción no la conocia en español, y al leerla me ha encantado, asi que la dedico a tod@s l@s que habeis llegado a mi vida y me habeis enseñando tanto; con consejos, con vivencias, con dolor, con alegría, optimismo, con VIDA!!... Gracias a tod@s por seguir ahí y hacerme sentir vuestro calor humano a pesar de que la mayoria no nos conocemos; y a quienes tengo la suerte de conocer, como son Ana Patricia, Oscar... mil besos porque son de los regalos mas especiales que la vida me ha ofrecido.